La apuesta por el arte
La segunda Exposición Universal que se celebra, tras la de Londres en 1851, es en París en 1855. Los franceses molestos por ese segundo puesto deciden esmerarse en la organización del evento y distanciarse de la exposición inglesa centrada en la técnica introduciendo un elemento diferenciador. Así es como se decide dar cabida dentro de la muestra a las bellas artes bajo la premisa de que el progreso de una sociedad no solo se ve reflejado en su técnica sino también en su cultura.
De esta manera Francia es en 1855 el primer país que organiza una gran exposición internacional de arte contemporáneo en la que participan 28 países. La muestra se celebra en un palacio de la avenue Montaigne y en ella se exponen 4.979 obras de 2.176 artistas, 1.072 de los cuales son franceses. Las técnicas y los formatos son variados: pinturas, grabados, litografías, escultura, medallas o arquitectura, son algunas de las disciplinas que tienen cabida en el Palacio de las Bellas Artes. Durante los seis meses que dura la exposición estas obras serán admiradas por un millón de visitantes.
Los tres artistas franceses más importantes de la exhibición son Eugène Delacroix, Alexandre-Gabriel Decamps y Jean-Auguste-Dominique Ingres, figuras del arte que gozan de reconocimiento y buen nombre en la época, cada uno de ellos cuenta con su propia sala dentro de la muestra. Sin embargo no hay que olvidar que los artistas participantes en la exposición son elegidos por los gobiernos de los países asistentes y por tanto no representan tanto el panorama artístico contemporáneo de cada país como los gustos o preferencias de sus mandatarios.
Un buen ejemplo de esta situación es el caso de Gustave Courbet cuyas obras son rechazadas por la comisión imperial que las considera demasiado vanguardistas. Lejos de rendirse Courbet decide organizar una exposición individual titulada "Pabellón del Realismo" en la que reúne 40 piezas entre ellas El taller del pintor y Entierro en Ornans.
De esta manera Francia es en 1855 el primer país que organiza una gran exposición internacional de arte contemporáneo en la que participan 28 países. La muestra se celebra en un palacio de la avenue Montaigne y en ella se exponen 4.979 obras de 2.176 artistas, 1.072 de los cuales son franceses. Las técnicas y los formatos son variados: pinturas, grabados, litografías, escultura, medallas o arquitectura, son algunas de las disciplinas que tienen cabida en el Palacio de las Bellas Artes. Durante los seis meses que dura la exposición estas obras serán admiradas por un millón de visitantes.
Los tres artistas franceses más importantes de la exhibición son Eugène Delacroix, Alexandre-Gabriel Decamps y Jean-Auguste-Dominique Ingres, figuras del arte que gozan de reconocimiento y buen nombre en la época, cada uno de ellos cuenta con su propia sala dentro de la muestra. Sin embargo no hay que olvidar que los artistas participantes en la exposición son elegidos por los gobiernos de los países asistentes y por tanto no representan tanto el panorama artístico contemporáneo de cada país como los gustos o preferencias de sus mandatarios.
Un buen ejemplo de esta situación es el caso de Gustave Courbet cuyas obras son rechazadas por la comisión imperial que las considera demasiado vanguardistas. Lejos de rendirse Courbet decide organizar una exposición individual titulada "Pabellón del Realismo" en la que reúne 40 piezas entre ellas El taller del pintor y Entierro en Ornans.
El de Courbet es el primer salón independiente de la historia del arte, sin embargo otros artistas pronto se verán obligados a seguir su ejemplo ya que la existencia de un "arte oficial" seguirá quitando oportunidades a los creadores incomprendidos y demasiado avanzados para su tiempo. Este es el caso de los artistas que forman en 1863 el Salon des Refusés, el Salón de los Rechazados, entre los que se encuentra Édouart Manet. La exposición está compuesta por las obras rechazadas por el jurado del Salón Oficial de París y a pesar de las opiniones negativas de la crítica y el público el Salon des Refusés se seguirá organizando varios años y pronto conseguirá ganar en popularidad al Salón de París.
Mónica Luengo Montero
Mónica Luengo Montero