El Castillo de los Tres Dragones
El Castillo de los tres dragones se construyó como café-restaurante en la exposición universal de 1888 celebrada en Barcelona. Su arquitecto fue Lluís Domènech i Montaner, quien dimitió de su cargo al no estar listo el edificio para el 8 de abril, día de la inauguración, y tener que retrasar su apertura hasta agosto. Se encuentra en el parque de la ciudadela. Esta obra supone el inicio del modernismo catalán al desvincularse Domènech de la tradición académica.
Este edificio de estilo modernista está construido en ladrillo visto de tradición mudejar y hierro laminado, tiene forma de castillo-fortaleza, destaca esto especialmente por las almenas que lo coronan. Su planta es prácticamente cuadrada, con cuatro torres en las esquinas y pasadizos perimetrales que circulan entre una doble fachada. La innovación de este edificio, dejando a la vista tanto el ladrillo como el hierro, será usado años más tarde para el proyecto del edificio de la Bolsa de Ámsterdam. La decoración es cerámica, destacando la de la parte alta en forma de escudo. Sus vidrieras también era algo muy admirado en el momento, pero en la actualidad han desaparecido una gran parte.
Para la época debió resultar muy atrevido levantar una fortaleza como lugar de ocio, ya que la crítica alabó la simetría y la bella austeridad del edificio, pero reprochó al arquitecto haber olvidado la función lúdica del edifico, decían que el continente no se correspondiera con el contenido. De ahí su nombre, que viene de una novela escrita por Serafí Pitarra, un drama medieval que fue considerado más un entretenimiento que “literatura seria” en la época.
Al acabar la exposición el edificio se usó para diversos fines: desde taller de artes industriales vinculadas a la arquitectura, una iniciativa de Domènech, hasta comedor social. Su uso definitivo fue el de museo zoología, hasta 2010, cuando las colecciones del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona fueron trasladadas al Edifico Forum. Durante la Guerra Civil española sufrió algunos desperfectos por los bombardeos de la aviación franquista, lo que obligó a tenerlo cerrado esos años. Durante los años ochenta el edificio fue restaurado.
Sara Rodríguez Laguna
Este edificio de estilo modernista está construido en ladrillo visto de tradición mudejar y hierro laminado, tiene forma de castillo-fortaleza, destaca esto especialmente por las almenas que lo coronan. Su planta es prácticamente cuadrada, con cuatro torres en las esquinas y pasadizos perimetrales que circulan entre una doble fachada. La innovación de este edificio, dejando a la vista tanto el ladrillo como el hierro, será usado años más tarde para el proyecto del edificio de la Bolsa de Ámsterdam. La decoración es cerámica, destacando la de la parte alta en forma de escudo. Sus vidrieras también era algo muy admirado en el momento, pero en la actualidad han desaparecido una gran parte.
Para la época debió resultar muy atrevido levantar una fortaleza como lugar de ocio, ya que la crítica alabó la simetría y la bella austeridad del edificio, pero reprochó al arquitecto haber olvidado la función lúdica del edifico, decían que el continente no se correspondiera con el contenido. De ahí su nombre, que viene de una novela escrita por Serafí Pitarra, un drama medieval que fue considerado más un entretenimiento que “literatura seria” en la época.
Al acabar la exposición el edificio se usó para diversos fines: desde taller de artes industriales vinculadas a la arquitectura, una iniciativa de Domènech, hasta comedor social. Su uso definitivo fue el de museo zoología, hasta 2010, cuando las colecciones del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona fueron trasladadas al Edifico Forum. Durante la Guerra Civil española sufrió algunos desperfectos por los bombardeos de la aviación franquista, lo que obligó a tenerlo cerrado esos años. Durante los años ochenta el edificio fue restaurado.
Sara Rodríguez Laguna