Paris, 1889
La Exposición Universal de 1889 le regaló a París –y a Francia- su más conspicuo monumento: la Torre Eiffel. Muy criticada en su momento y a punto de haber sido demolida, la torre, con sus 325 m de altura y más de un siglo como el símbolo del país galo.
Aquel fue un año muy completo para los franceses. Y es que en 1889 celebraron muchas cosas: el centenario de la revolución que acabó con la monarquía y la Exposición Universal de París. Así que decidieron tirar la casa por la ventana. Entonces se les ocurrió encargar a un destacado arquitecto del momento una obra con la que París pudiera dejar boquiabierto al resto del mundo. Aprovechando la conmemoración de la Revolución de 1789, pensaron que lo ideal sería construir una guillotina gigantesca.
Pero además, la Tercera República Francesa necesitaba la Exposición para recuperar la moral de la nación, tras la caída del Segundo Imperio y la vergonzosa derrota en la guerra Franco-Prusiana en 1871. Era pues imprescindible lograr una imagen que pusiera de nuevo a Francia en la palestra de las grandes potencias europeas.
Desde la primera Exposición Universal, celebrada en Londres en 1851, las potencias europeas utilizaron estos eventos para dar a conocer sus adelantos científicos y artísticos y, por supuesto, utilizarlos como una herramienta de propaganda política. Y la Exposición Universal de Paris 1889 no iba a ser menos. Allí se dieron cita las mentes más brillantes para presentar sus nuevos inventos. Uno de los más curiosos fue el presentado por un tal León Bollée. ¿Qué hizo este señor? Nada más y nada menos que la primera máquina multiplicadora. O sea, el antepasado directo de nuestros ordenadores. El artilugio de Bollée levantó una expectación inusitada y fue premiado por el jurado de la muestra con la medalla de oro.
La Exposición, inaugurada 6 de Mayo de 1889, se ubicaba en un área rectangular de cerca de 1 km². Al no haber columnas por medio, se aseguraba un espacio amplio para las grandes maquinarias expuestas. Urbanamente, establecía un eje visual que, partiendo del Palacio de Trocadero, atravesaba el Río Sena hasta el parque del Campo de Marte, utilizando a la Torre Eiffel como un marco alineado a dicho eje. La Expo ocupaba también el área de la vecina Explanada de los Inválidos.
Estuvo compuesta por cerca de 80 edificios, siendo el más importante la Galerie des Machines, diseñada por el arquitecto Ferdinand Dutert y el ingeniero Victor Contamin. Se trataba de un edificio alargado de 420 m de largo y 115 m de ancho.
Otro de los atractivos de la Expo fue la llamada Historia de la Habitación, creada por Charles Garnier, el notable diseñador de la Ópera de París. Se trataba de un conjunto organizado en dos categorías: prehistórica e histórica. En la primera habían estructuras simples ambientadas en hábitats naturales (al aire libre, bosques, rocas y grutas). En la segunda, estructuras de “civilizaciones primitivas” (egipcia, asiria), civilizaciones provenientes de la invasión aria (hindú, persa, alemana, gala, griega y romana) y "versiones contemporáneas de civilizaciones primitivas que no han ejercido ninguna influencia en el avance de la humanidad" (china, japonesa, inca, azteca y africana).
Muchos avances fueron expuestos en esta Feria Universal, la que fue la primera en la historia en se abierta de noche, gracias a la iluminación eléctrica. Pero sin duda el elemento más llamativo de la Exposición lo constituía la enorme torre, promovida y construida por la compañía del Ingeniero Gustave Eiffel.
Pablo Rodriguez Romo
Aquel fue un año muy completo para los franceses. Y es que en 1889 celebraron muchas cosas: el centenario de la revolución que acabó con la monarquía y la Exposición Universal de París. Así que decidieron tirar la casa por la ventana. Entonces se les ocurrió encargar a un destacado arquitecto del momento una obra con la que París pudiera dejar boquiabierto al resto del mundo. Aprovechando la conmemoración de la Revolución de 1789, pensaron que lo ideal sería construir una guillotina gigantesca.
Pero además, la Tercera República Francesa necesitaba la Exposición para recuperar la moral de la nación, tras la caída del Segundo Imperio y la vergonzosa derrota en la guerra Franco-Prusiana en 1871. Era pues imprescindible lograr una imagen que pusiera de nuevo a Francia en la palestra de las grandes potencias europeas.
Desde la primera Exposición Universal, celebrada en Londres en 1851, las potencias europeas utilizaron estos eventos para dar a conocer sus adelantos científicos y artísticos y, por supuesto, utilizarlos como una herramienta de propaganda política. Y la Exposición Universal de Paris 1889 no iba a ser menos. Allí se dieron cita las mentes más brillantes para presentar sus nuevos inventos. Uno de los más curiosos fue el presentado por un tal León Bollée. ¿Qué hizo este señor? Nada más y nada menos que la primera máquina multiplicadora. O sea, el antepasado directo de nuestros ordenadores. El artilugio de Bollée levantó una expectación inusitada y fue premiado por el jurado de la muestra con la medalla de oro.
La Exposición, inaugurada 6 de Mayo de 1889, se ubicaba en un área rectangular de cerca de 1 km². Al no haber columnas por medio, se aseguraba un espacio amplio para las grandes maquinarias expuestas. Urbanamente, establecía un eje visual que, partiendo del Palacio de Trocadero, atravesaba el Río Sena hasta el parque del Campo de Marte, utilizando a la Torre Eiffel como un marco alineado a dicho eje. La Expo ocupaba también el área de la vecina Explanada de los Inválidos.
Estuvo compuesta por cerca de 80 edificios, siendo el más importante la Galerie des Machines, diseñada por el arquitecto Ferdinand Dutert y el ingeniero Victor Contamin. Se trataba de un edificio alargado de 420 m de largo y 115 m de ancho.
Otro de los atractivos de la Expo fue la llamada Historia de la Habitación, creada por Charles Garnier, el notable diseñador de la Ópera de París. Se trataba de un conjunto organizado en dos categorías: prehistórica e histórica. En la primera habían estructuras simples ambientadas en hábitats naturales (al aire libre, bosques, rocas y grutas). En la segunda, estructuras de “civilizaciones primitivas” (egipcia, asiria), civilizaciones provenientes de la invasión aria (hindú, persa, alemana, gala, griega y romana) y "versiones contemporáneas de civilizaciones primitivas que no han ejercido ninguna influencia en el avance de la humanidad" (china, japonesa, inca, azteca y africana).
Muchos avances fueron expuestos en esta Feria Universal, la que fue la primera en la historia en se abierta de noche, gracias a la iluminación eléctrica. Pero sin duda el elemento más llamativo de la Exposición lo constituía la enorme torre, promovida y construida por la compañía del Ingeniero Gustave Eiffel.
Pablo Rodriguez Romo