Exposiciones Universales, la inquietud por el progreso
Las Exposiciones Universales surgen en la segunda mitad del siglo XIX, la Belle-Époque. Es el momento de la cultura urbana, un conjunto de prácticas y representaciones ligadas al proceso de urbanización e industrialización de gran parte del espacio europeo. Aparecen también elementos que fomentarán las actitudes críticas de los ciudadanos y su manera de socializarse como son la prensa de masas, los cafés, las galerías comerciales, los boulevares, nuevas formas de diversión...
Existen otros factores que nos pueden ayudar a entender por qué este tipo de eventos aparecen en el siglo XIX y a qué responden sus características: el capitalismo liberal, el maquinismo, el librecambio, la aparición del ferrocarril, el uso del hierro y el cristal en la arquitectura, el capitalismo bancario que ayudará a financiar las exposiciones... Es la época también de la exploración del mundo, hecho que queda registrado en las Exposiciones Universales con la creación de pabellones exóticos o coloniales.
Las principales capitales europeas rivalizan entre ellas construyendo colosales infraestructuras que reflejen la prosperidad urbana. El interés se centra en las ciudades, en la industria, en la técnica. Las exposiciones adquieren una gran importancia política y económica. Todas estas prácticas y representaciones fomentan la creación de un imaginario urbano. La ciudad es un espacio abierto formado de la mezcla de clases sociales, principalmente la burguesía y la obrera.
En este contexto surgen las Exposiciones Universales, el resultado del interés que suscitaba en el siglo XIX el progreso. Según el escritor Walter Benjamin este tipo de eventos no responden a una lógica nacional sino metropolitana. Son un reflejo de las grandes ciudades y de la competición existente entre ellas, donde cada capital procura superar en modernidad y progreso a las demás.
Con este objetivo se construyen enormes pabellones y se presentan los últimos inventos. Miles de personas se desplazan desde el resto del país y desde el extranjero, gracias al ferrocarril, para ser testigos de las maravillas de la modernidad. Las Exposiciones Universales son sobre todo escaparates de la técnica y la civilización pero también representan la masificación del conocimiento, la necesidad de distracción y la obsesión por el progreso.
Las dos ciudades que destacan en la celebración de Exposiciones Universales son París y Londres, no solo porque son las capitales que las han celebrado más años sino también porque son las que más esfuerzos han invertido en ellas. Las exposiciones londinenses sobresalen por su carácter industrial y técnico, mientras que las francesas aúnan los inventos y las bellas artes ya que en su opinión ambos campos muestran el progreso en curso.
Las exposiciones universales vivieron su época dorada entre 1851 y 1914, el desastre de la Primera Guerra Mundial provocaría la pérdida de los valores ideológicos que fomentaron su creación: la intención de mostrar las obras cumbre de la humanidad y la creencia en el progreso.
Mónica Luengo Montero
Existen otros factores que nos pueden ayudar a entender por qué este tipo de eventos aparecen en el siglo XIX y a qué responden sus características: el capitalismo liberal, el maquinismo, el librecambio, la aparición del ferrocarril, el uso del hierro y el cristal en la arquitectura, el capitalismo bancario que ayudará a financiar las exposiciones... Es la época también de la exploración del mundo, hecho que queda registrado en las Exposiciones Universales con la creación de pabellones exóticos o coloniales.
Las principales capitales europeas rivalizan entre ellas construyendo colosales infraestructuras que reflejen la prosperidad urbana. El interés se centra en las ciudades, en la industria, en la técnica. Las exposiciones adquieren una gran importancia política y económica. Todas estas prácticas y representaciones fomentan la creación de un imaginario urbano. La ciudad es un espacio abierto formado de la mezcla de clases sociales, principalmente la burguesía y la obrera.
En este contexto surgen las Exposiciones Universales, el resultado del interés que suscitaba en el siglo XIX el progreso. Según el escritor Walter Benjamin este tipo de eventos no responden a una lógica nacional sino metropolitana. Son un reflejo de las grandes ciudades y de la competición existente entre ellas, donde cada capital procura superar en modernidad y progreso a las demás.
Con este objetivo se construyen enormes pabellones y se presentan los últimos inventos. Miles de personas se desplazan desde el resto del país y desde el extranjero, gracias al ferrocarril, para ser testigos de las maravillas de la modernidad. Las Exposiciones Universales son sobre todo escaparates de la técnica y la civilización pero también representan la masificación del conocimiento, la necesidad de distracción y la obsesión por el progreso.
Las dos ciudades que destacan en la celebración de Exposiciones Universales son París y Londres, no solo porque son las capitales que las han celebrado más años sino también porque son las que más esfuerzos han invertido en ellas. Las exposiciones londinenses sobresalen por su carácter industrial y técnico, mientras que las francesas aúnan los inventos y las bellas artes ya que en su opinión ambos campos muestran el progreso en curso.
Las exposiciones universales vivieron su época dorada entre 1851 y 1914, el desastre de la Primera Guerra Mundial provocaría la pérdida de los valores ideológicos que fomentaron su creación: la intención de mostrar las obras cumbre de la humanidad y la creencia en el progreso.
Mónica Luengo Montero