Barcelona, 1888
Barcelona fue la ciudad que acogió la Exposición Universal de 1888. La organización de la Exposición en la capital catalana fue el punto culminante de una larga y venturosa evolución en la sociedad catalana del siglo XIX, que tras los desastres políticos y económicos del XVIII empezaba una nueva singladura de progreso y prosperidad que hacía ver el futuro con optimismo. Cataluña fue pionera dentro de España de la Revolución Industrial, y en muchos casos fue la primera del territorio español en introducir las nuevas mejoras tecnológicas que iban surgiendo en el continente europeo. En el ámbito de la cultura, igualmente, se produjo una revitalización de la lengua catalana, así como de su literatura, arte, música y demás expresiones culturales, en un fenómeno conocido como Renaixença.
La idea inicial de organizar una Exposición Universal en Barcelona la tuvo el empresario gallego Eugenio Serrano de Casanova. Pero ante la imposibilidad de Serrano de llevar a cabo el evento en solitario, asumió el proyecto el alcalde de Barcelona, Francesc Rius i Taulet, que se rodeó de un grupo de empresarios de la ciudad que, junto al alcalde, formaron el llamado Comité de los Ocho: además de Rius i Taulet (presidente) figuraban Elies Rogent (director general de las obras), Lluís Rouvière (director de los servicios públicos), Manuel Girona (comisario de la Exposición), Carles Pirozzini (secretario del certamen); y tres vocales: Manuel Duran i Bas, Josep Ferrer i Vidal y Claudio López Bru, 2º Marqués de Comillas. Para tal propósito se inició la edición de un periódico que era el órgano oficial del comité organizador, llamado La Exposición, dirigido por Salvador Carrera, que surgió por primera vez el 27 de agosto de 1886 y se editó hasta el año de la Exposición.
El certamen fue proyectado inicialmente para 1887, pero el retraso en la organización del evento provocó pasarlo al año siguiente, fecha que incluso fue un poco ajustada para concluirla satisfactoriamente, pero al estar prevista para 1889 una nueva exposición en París no se pudo relegar más. Aun así, la Exposición fue un éxito, gracias al buen hacer de la junta directiva, que supo difundir con inteligencia la idea del proyecto por toda Europa y América, creando una serie de delegaciones en diversas ciudades tanto de España como del extranjero.
La Exposición fue abierta al público el 8 de abril de 1888, con la presencia de las autoridades barcelonesas y una bendición efectuada por el obispo de Barcelona, Jaume Català i Albosa. Sin embargo, la inauguración oficial tuvo lugar el 20 de mayo de 1888, y fue presidida por el rey Alfonso XIII —que entonces tenía dos años—, la reina regente María Cristina, la princesa de Asturias María de las Mercedes, el presidente del gobierno Práxedes Mateo Sagasta y el alcalde de Barcelona Francesc Rius i Taulet.
Durante el transcurso de la Exposición, además de lo expuesto en el recinto ferial, se celebraron numerosos actos y eventos públicos, fiestas, conciertos, representaciones teatrales y operísticas, desfiles militares, procesiones religiosas, carreras de caballos y otros eventos deportivos, actos culturales (los Juegos Florales de ese año se celebraron en el Palacio de Bellas Artes), y demás celebraciones. También se celebraron diversos congresos, como el Jurídico, el de Economía, Pedagogía, Arqueología, Farmacia, Ciencias Médicas, etc.
La clausura tuvo lugar el 9 de diciembre de 1888, iniciada con un Te Deum oficiado en la Catedral, seguido de una comitiva oficial que se trasladó desde el Ayuntamiento hasta el recinto ferial, donde se celebró el acto final del evento, en el Palacio de Bellas Artes, con varios discursos leídos por el alcalde Rius i Taulet y el comisario y el secretario de la exposición, Manuel Girona y Carles Pirozzini.
El evento fue un éxito indudable, con un total de 12.223 expositores y una afluencia de público de 2.240.000 visitantes. El certamen demostró una gran capacidad organizadora por parte de las autoridades y las instituciones y empresas públicas y privadas de la ciudad condal, y sentó las bases de una ciudad moderna e integrada con Europa, a la altura de las grandes ciudades que habían celebrado exposiciones hasta aquel entonces. Económicamente también fue un éxito: 5.624.657 pesetas de gastos, frente a 7.657.000 de ingresos.
Pablo Rodríguez Romo
La idea inicial de organizar una Exposición Universal en Barcelona la tuvo el empresario gallego Eugenio Serrano de Casanova. Pero ante la imposibilidad de Serrano de llevar a cabo el evento en solitario, asumió el proyecto el alcalde de Barcelona, Francesc Rius i Taulet, que se rodeó de un grupo de empresarios de la ciudad que, junto al alcalde, formaron el llamado Comité de los Ocho: además de Rius i Taulet (presidente) figuraban Elies Rogent (director general de las obras), Lluís Rouvière (director de los servicios públicos), Manuel Girona (comisario de la Exposición), Carles Pirozzini (secretario del certamen); y tres vocales: Manuel Duran i Bas, Josep Ferrer i Vidal y Claudio López Bru, 2º Marqués de Comillas. Para tal propósito se inició la edición de un periódico que era el órgano oficial del comité organizador, llamado La Exposición, dirigido por Salvador Carrera, que surgió por primera vez el 27 de agosto de 1886 y se editó hasta el año de la Exposición.
El certamen fue proyectado inicialmente para 1887, pero el retraso en la organización del evento provocó pasarlo al año siguiente, fecha que incluso fue un poco ajustada para concluirla satisfactoriamente, pero al estar prevista para 1889 una nueva exposición en París no se pudo relegar más. Aun así, la Exposición fue un éxito, gracias al buen hacer de la junta directiva, que supo difundir con inteligencia la idea del proyecto por toda Europa y América, creando una serie de delegaciones en diversas ciudades tanto de España como del extranjero.
La Exposición fue abierta al público el 8 de abril de 1888, con la presencia de las autoridades barcelonesas y una bendición efectuada por el obispo de Barcelona, Jaume Català i Albosa. Sin embargo, la inauguración oficial tuvo lugar el 20 de mayo de 1888, y fue presidida por el rey Alfonso XIII —que entonces tenía dos años—, la reina regente María Cristina, la princesa de Asturias María de las Mercedes, el presidente del gobierno Práxedes Mateo Sagasta y el alcalde de Barcelona Francesc Rius i Taulet.
Durante el transcurso de la Exposición, además de lo expuesto en el recinto ferial, se celebraron numerosos actos y eventos públicos, fiestas, conciertos, representaciones teatrales y operísticas, desfiles militares, procesiones religiosas, carreras de caballos y otros eventos deportivos, actos culturales (los Juegos Florales de ese año se celebraron en el Palacio de Bellas Artes), y demás celebraciones. También se celebraron diversos congresos, como el Jurídico, el de Economía, Pedagogía, Arqueología, Farmacia, Ciencias Médicas, etc.
La clausura tuvo lugar el 9 de diciembre de 1888, iniciada con un Te Deum oficiado en la Catedral, seguido de una comitiva oficial que se trasladó desde el Ayuntamiento hasta el recinto ferial, donde se celebró el acto final del evento, en el Palacio de Bellas Artes, con varios discursos leídos por el alcalde Rius i Taulet y el comisario y el secretario de la exposición, Manuel Girona y Carles Pirozzini.
El evento fue un éxito indudable, con un total de 12.223 expositores y una afluencia de público de 2.240.000 visitantes. El certamen demostró una gran capacidad organizadora por parte de las autoridades y las instituciones y empresas públicas y privadas de la ciudad condal, y sentó las bases de una ciudad moderna e integrada con Europa, a la altura de las grandes ciudades que habían celebrado exposiciones hasta aquel entonces. Económicamente también fue un éxito: 5.624.657 pesetas de gastos, frente a 7.657.000 de ingresos.
Pablo Rodríguez Romo